En ambientes con limitaciones hídricas o edáficas para entregar humedad al cultivo de maíz, como los del sudeste y sudoeste bonaerense, norte de La Pampa, sur de Córdoba y este de Entre Ríos, la ultra baja densidad de siembra es una estrategia de manejo que permite lograr estabilidad de rendimientos.
Para satisfacer esta demanda del productor en esas zonas, el semillero KWS desarrolló genética adaptada a ese manejo agronómico específico de ultra baja densidad de siembra, ciclos del cultivo más cortos y fechas de siembra más tardías.
Así, con entre 20 a 30 mil plantas por hectárea, los materiales de maíz de KWS vienen aportando muy buenos resultados para estabilizar los rendimientos zonales, logrando aprovechar al máximo las limitaciones del suelo para entregar humedad al cultivo.
En el marco de la reciente jornada a campo denominada Demostrativo Agronómico Regional (DAR), organizada por el semillero en un campo del Partido bonaerense de Azul, Federico Larrosa, gerente nacional de agroservice de KWS, refirió las características de la ultra baja densidad de siembra en maíz y el manejo en esa región bonaerense.

Suelos someros, de escasa profundidad
“En el sudeste bonaerense contamos con suelos someros, de escasa profundidad, donde por más que llueva regularmente, su capacidad de almacenamiento es limitada, caracterizándose por su restricción hídrica”, indicó Larrosa. “Como somos una empresa que realiza mejoramiento genético pensado para los productores, en esta zona fuimos cambiando el eje del manejo del cultivo de maíz, en función de lo que los productores fueron mostrando que necesitaban, que era estabilidad de rendimiento”, apuntó.
Larrosa explicó que “en el sudeste bonaerense, en cada campaña de maíz los rindes eran muy dispares: un año bueno, el otro malo, al siguiente regular y luego bueno, y así el productor nunca podía planificar eficientemente su estrategia de venta o consumo, tanto de grano como silo”.


Menos plantas, fechas tardías y ciclos más cortos
Larrosa informó que “para poder satisfacer esa demanda del productor, el manejo que realizamos en esta zona fue copiar lo que hacíamos en otras maiceras, pero bajando densidad de siembra para poder estabilizar rendimientos, a través de la implantación de 20 a 30 mil plantas por hectárea”.
En consecuencia, “con una menor cantidad de plantas, cada una de ellas puede lograr aprovechar al máximo la escasa disponibilidad de humedad que le entrega el suelo y potenciar su productividad, compensando el menor stand”, graficó .
Asimismo, el representante de KWS destacó que las fechas tardías de noviembre, también permiten aprovechar las lluvias en floración, acortando los ciclos de cultivo para evitar las heladas tempranas.
“De un ciclo corto 119 que se adaptó muy bien, hoy ya pasamos a probar lo que pasa con otros más cortos todavía como 110 y 105, permitiendo mayor flexibilidad en fechas de siembra”, afirmó Larrosa.