Un error común en la cría de bovinos es el uso de términos generales y subjetivos como “hembras funcionales”. Si bien este término generalmente tiene connotaciones positivas, su significado puede variar ampliamente.
Sin una comprensión clara de los rasgos específicos incluidos en el término, se vuelve difícil utilizar la “funcionalidad” como criterio de selección. Para acelerar el mejoramiento genético, los ganaderos deben desglosar términos generales como “funcionalidad” en rasgos específicos y mensurables.
Al analizar en detalle lo que se entiende por «hembras funcionales», los productores pueden centrarse en los rasgos individuales que contribuyen a la funcionalidad general de su rebaño. Una vez identificados estos rasgos, se pueden medir y seleccionar, lo que conduce a un progreso más rápido.
En lugar de permitir que los individuos de alto rendimiento se mezclen con el rebaño promedio, los ganaderos pueden identificar y promover a estos animales, asegurando que sus rasgos superiores se transmitan a las generaciones futuras.
Los rasgos que suelen incluirse bajo el paraguas de la “funcionalidad” suelen estar relacionados con la fertilidad y la productividad del rebaño. Entre estos rasgos se incluyen: Facilidad de parto: la capacidad de parir sin ayuda es una característica fundamental para las hembras funcionales. Las vacas que dan a luz de manera constante y sin complicaciones tienen más probabilidades de seguir siendo miembros productivos del rebaño.
Eficiencia reproductiva: Las vacas que mantienen un intervalo de parto de doce meses y crían un ternero sano hasta el destete son clave para la productividad del rebaño. Estos rasgos son la base de la eficiencia reproductiva.
Producción de leche y peso al destete: la capacidad de producir suficiente leche para criar un ternero fuerte y sano es otro rasgo que define la funcionalidad. Los productores pueden apuntar a este rasgo seleccionando toros con valores genéticos estimados (DEPs) de alta precisión para la producción de leche y el peso a los 200 días.
Tamaño y crecimiento de las vacas adultas: el tamaño y el patrón de madurez de las hembras también son componentes importantes de la funcionalidad. Por ejemplo, seleccionar vacas que se adapten mejor al entorno en términos de peso y patrón de crecimiento en la madurez puede garantizar que sigan siendo productivas durante un período más prolongado.
Los productores pueden utilizar mediciones objetivas, como los valores de DEPs para facilidad de parto, días hasta el parto, peso al nacer, leche y peso a los 200 días, para seleccionar estos rasgos. De este modo, pueden mejorar la fertilidad y la productividad del rebaño y, al mismo tiempo, garantizar que su ganado se adapte al entorno de producción. El término «hembra funcional» se utiliza a menudo de forma positiva, pero es fundamental que los productores comprendan exactamente qué significa y cómo medir los rasgos que contribuyen a la funcionalidad. Si no se entienden correctamente, términos vagos como este pueden dar lugar a suposiciones que obstaculizan el progreso genético.
Es importante que los productores desglosen las descripciones subjetivas en características específicas y mensurables que se alineen con los objetivos de sus programas de mejoramiento. Solo así podrán lograr un progreso significativo en términos de productividad y rentabilidad. Para garantizar el éxito a largo plazo, los productores deben evaluar constantemente sus objetivos de crianza, centrarse en características mensurables y evitar depender de términos generalizados. De este modo, pueden crear un rebaño más productivo y rentable que satisfaga las necesidades de su entorno de producción específico.