Durante setiembre Argentina embarcó 71.327 tn/peso producto, es el 2do volumen mensual más alto del año, y por un valor de más de 2.700 dólares. Aún no se sabe nada de un acuerdo con Trump.
Durante los primeros meses del año, las exportaciones de carne mostraron un desempeño bajo en comparación con el año anterior, principalmente en términos de volumen, situación que fue compensada parcialmente por mejores precios.
A partir de mayo y junio, esta diferencia comenzó a disminuir, mientras se mantenían niveles elevados en los precios. Así, en lo que va del año (enero-septiembre), se exportaron aproximadamente 522 mil toneladas peso producto —sin descontar huesos— por un valor cercano a los 2.765 millones de dólares lo que representa una disminución del 9% en volumen, pero un aumento cercano al 25% en facturación, de acuerdo al último reporte del RosGan.
Pero en los últimos días capto la atención del mercado las versiones sobre un posible acuerdo comercial entre Estados Unidos y Argentina, que impulsaría mayores compras de carne vacuna por parte del país norteamericano.
Estados Unidos atraviesa un proceso de escasez de oferta de carne a nivel local, que ha llevado a una fuerte escalada de precios. Desde hace cuatro años, el país sufre una caída en su stock ganadero debido a una prolongada sequía en importantes zonas ganaderas.
Dificultades
A esto se suman las dificultades que enfrenta este año México para sostener el abastecimiento de ganado en pie por cuestiones sanitarias, así como su estricta política arancelaria, que provocó la ruptura de relaciones comerciales con su principal proveedor en materia de carnes, Brasil.
Si bien estas últimas declaraciones resultaron sorpresivas por el contexto en el que fueron emitidas, se enmarcan dentro de un acercamiento mucho más amplio entre ambos mandatarios que, más allá de la ayuda financiera recientemente acordada, también contemplaría un acuerdo comercial más amplio, pero con términos específicos para la carne vacuna.
Para poner en contexto, Estados Unidos es para Argentina un mercado aún poco desarrollado desde, su reapertura a fines de 2018. Hasta 2022, el volumen ingresado a este mercado se limitó prácticamente al cupo anual de 20.000 toneladas libres de arancel.
A partir de 2023, y frente a la necesidad de abastecimiento interno que mostraba el mercado norteamericano, el nivel de precios que Estados Unidos comenzó a pagar en relación a otros destinos, impulsó las exportaciones fuera de cuota.
En 2024, se exportaron unas 34.750 toneladas peso producto por más de 190 millones de dólares. Este año, hasta septiembre inclusive, se han exportado más de 29.000 toneladas que, a los valores actuales, representan un total de 215 millones de dólares, un 11% más que lo generado en todo 2024.
En los últimos dos años, Estados Unidos pasó más de 2 millones de toneladas al año, entre 500 y 700 mil toneladas más de lo que usualmente ha demandado fundamentalmente para su industria local. Es decir que aún tenemos un gran potencial de crecimiento en este mercado.
Aunque por el momento no se conocen detalles de este potencial acuerdo, se estima que podría contemplar desde una ampliación del actual cupo con arancel preferencial hasta una reducción general de las alícuotas para el ingreso de carne argentina, por fuera de la cuota.
Recordemos que, actualmente, Argentina goza de un cupo de 20.000 toneladas de carne vacuna que inicialmente ingresaban a Estados Unidos con cero arancel y que, a partir de agosto de este año, lo hacen pagando un arancel general del 10%. En tanto, por fuera de cuota, la carne argentina paga un 26,4%, es decir, un total de 36,4%.
Hermetismo
Sin embargo, persiste un fuerte hermetismo en torno a las condiciones que implicaría este eventual acuerdo, especialmente en lo que respecta a la contrapartida que Argentina debería ofrecer para mantener cierto equilibrio en las concesiones.
El mercado ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario, el RosGan, analizó que, a priori es esperable que las conversaciones se circunscriban exclusivamente al terreno comercial mediante reducción de aranceles o cupos de importación para determinados productos estadounidenses que ingresen a Argentina. No obstante, bien podrían extenderse al plano geopolítico y condicionar la relación comercial con terceros países, en particular con China, principal mercado para Argentina, pero rival estratégico para Estados Unidos.
Si bien esta última hipótesis aparece como más extrema y menos probable, no puede ser completamente descartada. En cualquier caso, si el acuerdo se limita al plano comercial, podría representar una gran oportunidad para la carne argentina, tanto en términos de acceso a un mercado de alto valor como de posicionamiento internacional.
Aunque resulta difícil estimar con precisión el eventual aumento en el volumen exportado de carnes a Estados Unidos, todo indica que no se trataría de una demanda significativa en relación con la escala de producción local.
Actualmente, Argentina produce más de 3 millones de toneladas de carne vacuna al año, por lo que un eventual incremento en los envíos a Estados Unidos no debería generar tensiones relevantes sobre la oferta disponible para el consumo interno.
Por otra parte, es importante considerar que parte del diferencial de valor que se obtendría tras una reducción de aranceles debería quedar en manos de los importadores estadounidenses, ya que el principal objetivo del gobierno de Trump es precisamente bajar el precio de este producto en las góndolas norteamericanas.
Luego, solo sobre la parte de beneficio que llegara a capturar el exportador argentino podría esperarse cierto traslado a los precios de compra, dependiendo de cuanta tensión genere en el mercado local un mayor nivel de demanda.
Asimismo, es esperable que, en lo inmediato y sin mayores cambios en el actual nivel de oferta, la exportación busque, más que incrementar volumen, redirigir sus flujos hacia aquellos mercados que ofrezcan condiciones de acceso más convenientes.
En definitiva, a corto plazo, es altamente probable que el efecto principal de esta medida sea una recomposición de márgenes para la industria exportadora, sin que ello impacte significativamente en el valor de la hacienda, y menos aún en el precio de la carne al mostrador.
Por supuesto que, a medida que este mercado se consolide, el sector exportador deberá generar internamente los incentivos necesarios para que el productor se oriente su actividad hacia la producción de animales más pesados, que permitan incrementar genuinamente la oferta de carne poniendo especial atención en la calidad del producto final.
Sin embargo, estos incentivos no dependen únicamente de los precios, sino que requieren, fundamentalmente, horizontes claros y estables que permitan planificar con certidumbre, trabajando sin grandes sobresaltos en plazos de al menos tres a cinco años.
En definitiva, quien convalida los valores actuales del ternero lo hace plenamente consciente del valor que está generando cada kilo de carne que este animal aportará, en un escenario donde esta mercadería resultará escasa frente a una demanda creciente y dispuesta a sostener precios firmes durante, al menos, los próximos dos a tres ciclos.



