Objetado, resistido y criticado, el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA) establecido por el gobierno nacional para compensar la harina que los molineros venden a las panaderías, suma una nueva polémica. Esta vez, por ser el causante de la salida de su cargo del presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Diego Cifarelli, cuyo mandato había comenzado en 2012 y finalizaba en 2024, harto de los enfrentamientos entre los empresarios de la entidad. Así, a partir de octubre, cuando se celebra la nueva asamblea, dejará de estar al frente de la FAIM.
El anuncio llegó la semana pasada a través de una carta. «Durante los últimos 15 meses he tenido que desviar totalmente el foco para lo cual he sido oportunamente contratado (proponer, gestionar y lograr políticas proactivas para el sector, etc, etc.), para abocarme a mediar entre los distintos asociados quienes tenían y tienen hoy, visiones estratégicas contrapuestas. Lo he intentado de diversas maneras generando espacios de consenso y puntos de encuentro, buscando superar las discrepancias existentes«, contó Cifarelli en el escrito.
«Desafortunadamente, una política pública en particular ha desmembrado un aspecto sagrado que los empresarios de este sector compartían como lo es, la confianza mutua entre colegas«, reconoció el directivo, refiriéndose al FETA.
Este fondo fue creado en 2022 por el exsecretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, para subsidiar a los elaboradores de harina 000 con el fin de contener el aumento del precio del pan, y es resistido por productores e industriales. Actualmente se nutre del 1,3 por ciento de lo recaudado por derechos de exportación al complejo sojero y reparte cifras millonarias entre algunos molineros. Por su cuestionado manejo y asignación, Feletti recibió denuncias penales, entre ellas una del diputado de la Coalición Cívica, Luciano Bugallo.
El dirigente se consideró «completamente preparado para lograr todo aquello que esta industria se proponga» pero afirmó que no podía «continuar en un entorno en el que la unidad y la confianza son cada vez más difíciles de encontrar, y como dice el refrán, si los hermanos se pelean…«, opinó.
Según indicó, la situación le generó un desgaste personal que «esmeriló el sentido y el propósito» para el cual fue designado como presidente.
Su trayectoria en el sector molinero comenzó en 1996 en la empresa de la familia Tassara. «Desde entonces, he tenido la certeza de que la harina corre por mis venas«, aseguró Cifarelli.
Por eso, según manifestó, tomar la decisión no le resultó fácil: «Implica dejar no solo aspectos económicos, sino también una gran cantidad de presencias institucionales ganadas con mucho sacrificio y las expectativas que ello conlleva tanto a nivel sectorial como personal«, expresó el exdirectivo.
Su salida se vio impulsada porque en los últimos meses sintió «una pérdida de motivación y empuje» para conducir a la industria.
«No me cabe la menor duda que la molinería representa el sector más influyente de la industria alimenticia en nuestro país y determinante en el entramado agroindustrial, por ello es esencial que se trabaje unido en aras de un objetivo común«, señaló Cifarelli.
«Ha sido un honor y un privilegio haber servido a esta industria y haber tenido la confianza de todos ustedes para liderar esta organización. Espero que comprendan y que no se enojen por esta decisión, es más, podría seguir perfectamente en mi puesto y flotar esperando que las aguas decanten pero es mucho más fuerte mi deseo de impulsar el progreso y la grandeza de la industria molinera argentina y en este momento lamentablemente esta truncado«, señaló.