¿Peligra la siembra directa en Argentina?

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La superficie sembrada con el sistema conservacionista cayó el 95% histórico al 82% en la última campaña. AAPRESID advierte que esa tendencia debe leerse como una señal de alerta para la sustentabilidad del modelo.

Por primera vez en varias décadas, la vigencia del sistema de siembra directa en Argentina comienza a dar señales de alerta.

En la campaña 2024/25, la superficie sembrada con el sistema conservacionista pasó de una media histórica de 95% a una participación de 82% del área total.

Dicho de otra manera, la superficie sujeta a alguna forma de labranza creció de 5% a un llamativo 18%.

El tema encendió luces de alarma en AAPRESID, que emitió un informe titulado “La vuelta de la labranza: El mal atajo para controlar malezas”

El estudio toma como base las estimaciones de la Red de Manejo de Plagas de la entidad (REM), que revelan la pérdida de superficie bajo siembra directa en el país.

Sustentabilidad

“El retroceso del 95% histórico al 82% actual de superficie bajo Siembra Directa debe leerse como una señal de alerta”, destaca AAPRESID.

“El desafío es evitar decisiones reactivas que resuelvan una campaña, pero comprometan la sustentabilidad futura”, agrega.

“La agricultura argentina ya demostró que puede liderar en conservación de suelos. El reto ahora es sostener ese logro frente al avance de las malezas y la tentación de los atajos”, señala la institución.

¿Amenaza?

Según la última encuesta de la REM, en la campaña 2024/25, un 18% de la superficie agrícola nacional se trabajó con algún tipo de labranza, mientras que el 82% se mantuvo en siembra directa.

“El retroceso se hace más evidente en Entre Ríos, Chaco y Santa Fe, provincias donde la proporción de suelos removidos supera el 20%”, afirma AAPRESID.

“En Buenos Aires, Córdoba y Santiago del Estero, los porcentajes son menores, pero en términos absolutos representan valores altos, dada la gran proporción de superficie agrícola que concentran”, añade.

Culpables

El relevamiento de la REM también indagó en las razones detrás de la vuelta de la labranza.

El dato más contundente: La mitad de la superficie trabajada con labranza (53%) responde al control de malezas resistentes o tolerantes a herbicidas.

En provincias como Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe, esa proporción se acerca al 70% de los casos.

“Es decir, la lucha contra las malezas se convirtió en uno de los principales motivos por el cual se rompe la siembra directa, comprometiendo décadas de construcción de un modelo sustentable”, asevera AAPRESID.

Experiencia

La entidad también cita un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), en lotes con más de 20 años de siembra, en Carlos Casares (Buenos Aires).

Evaluó los efectos de la labranza ocasional sobre el banco de semillas de malezas.

No hubo una reducción significativa en la cantidad ni en la diversidad de malezas, sino que lo único que generó fue redistribución vertical de las semillas.

Algunas quedaron enterradas y en condiciones de germinar en campañas futuras.

El trabajo de la FAUBA concluye que la labranza no representa una estrategia efectiva de manejo a largo plazo, aunque pueda dar una sensación momentánea de control.

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