En un barbecho largo es común que se presenten dos situaciones extremas que responden a otros tantos objetivos. Mantener el suelo totalmente libre de malezas desde la cosecha hasta la siembra del próximo cultivo estival es uno de ellos. Tal vez el más relevante.
Para esto se suele recurrir a tratamientos químicos reiterados en el tiempo, con la participación de principios activos de elevada residualidad, de bajo costo relativo y no siempre registrado para el uso que se les da.
Estos tipos de herbicidas, en general, actúan durante la germinación de las semillas de las malezas y en el prolongado lapso de tiempo que son activos biológicamente, son capaces de eliminar a los biotipos susceptibles. De esta manera actúan ejerciendo una elevada presión de selección hacia los biotipos de malezas resistentes.
Ese proceso adquiere una magnitud significativa cuando durante el barbecho, por desconocimiento, por cuestiones económicas o por presiones comerciales o laborales, los herbicidas empleados no solo tienen elevada residualidad. Sino que comparten el mismo mecanismo de acción como sería el caso de la aplicación de metsulfurón metil en el barbecho largo, imazetapir en el barbecho corto y diclosulam en pre siembra o pre emergencia.
“Es probable que las malezas que sobrevivan sean resistentes a los herbicidas inhibidores de ALS y transmitan esa característica a sus descendientes”, argumentó el ingeniero agrónomo Juan Carlos Papa, especialista en malezas de INTA.
La obligación demanda
En el caso de verse obligado a realizar un barbecho largo, al menos se debería procurar diversificar los mecanismos de acción de los herbicidas aplicados. Esto tanto residuales como post emergentes de la maleza.
Una alternativa sería la implementación de cultivos invernales de cosecha o servicio. Siempre dentro de un contexto donde su correcta ejecución sea el resultado de un programa que contemple la totalidad de las variables involucradas en sistema productivo.
El barbecho es el período que media entre la cosecha del último cultivo y la siembra del cultivo siguiente. Puede ser tan largo como el que transcurre entre dos cultivos estivales. Pero también, tan breve como el comprendido entre un cultivo estival y uno invernal consecutivos ya sea de cosecha o de servicio.
Durante el mismo se implementan prácticas tendientes al control de las malezas que, de otra manera, consumirán parte de los recursos que en el futuro, más o menos próximo, serán demandados por el cultivo siguiente en la secuencia.

“Hoy no existen recetas únicas y de valor universal, todo lo contrario, nos enfrentamos a problemas diversos que requieren soluciones diferentes”, sostuvo Papa. Además añadió: “En todo caso, de ser posible, se puede sustituir el barbecho por cultivos invernales de cobertura o de cosecha”.
La importancia de la planificación
La falta de planificación en el manejo del lote provoca, entre otras cosas, aumento en los costos de producción, reducción de los rendimientos y contribuye a incrementar el problema en las próximas campañas. “Es fundamental realizar un monitoreo y seguimiento permanente de los lotes problemáticos”, advirtió el investigador del INTA Oliveros.
En este sentido, argumentó que “las condiciones ambientales del otoño, en general, favorecen la eficacia de los principios activos de los herbicidas y permiten potenciar el efecto residual. Además, las bajas temperaturas y las escasas precipitaciones invernales limitan el crecimiento de las plantas, lo cual resulta positivo”.

Es importante considerar que la mayoría de los herbicidas actualmente disponibles para el control de malezas resistentes o tolerantes a glifosato y a otros mecanismos de acción, requieren que las plantas sean pequeñas, jóvenes y estén en plena actividad para lograr su mejor desempeño.
“Intentar emplearlos con una modalidad similar a la que se utilizaba el glifosato tiene muy elevadas probabilidades de terminar en fallas de control. Esto contribuye a la evolución de nuevos casos de resistencia, además de generar pérdidas económicas y externalidades que no siempre es posible predecir”, planteó Papa.
El espectro de malezas que sigue preocupando
Dentro de las otoño invernales la rama negra (Conyza spp.) sigue siendo muy importante. Raigrás anual (Lolium multiflorum) resistente a glifosato y las crucíferas están adquiriendo una rápida diseminación (Raphanus sativus, Rapistrum rugosum, Hirschfeldia incana).
Por su parte, en primavera y verano, el yuyo colorado, las gramíneas en general (Echinochloa colona, Digitaria sanguinalis, Chloris spp., el sorgo de Alepo), son las que más preocupan. “Hay que implementar un sistema productivo más racional y sustentable”, define el profesional.
El experto explica a su vez que, sin lugar a dudas, se debería contemplar la aplicación efectiva de los principios y filosofía del manejo integrado de malezas. Este pondera el buen uso de los herbicidas armónicamente combinada con métodos no químicos.
“Un manejo integrado se basa en el prolijo y frecuente monitoreo de los lotes, y el correcto diagnóstico del problema. Este último permita elaborar un programa de manejo racional que combine armónicamente todos los métodos disponibles”, sostiene.
También considera especialmente la prevención. “Es decir si sabemos que hay una maleza problema en la región, en el país e incluso en el mundo, hay que evitar que esa maleza ingrese a nuestros sistemas”.
Respecto a los herbicidas se pondera la acertada elección, la justa dosificación y la correcta y oportuna aplicación. Todo esto combinado con rotaciones de cultivos, cultivos de servicio, arreglos espaciales competitivos, entre otras estrategias provoca beneficios.
“El manejo integrado no es dejar de usar herbicidas, es usarlos racionalmente asociado con otras prácticas de manejo, que nos llevará a una reducción en el uso de agroquímicos”, concluyó Papa.