El feedlot contempla variables complejas que se deben analizar con detenimiento a la hora de entender si el negocio es favorable o no. Algunas variables son endógenas y otras exógenas. Estas últimas, por estos días, se ven afectadas por el cierre de exportaciones. Pero no todo está sujeto al contexto y siempre hay algo más por hacer.
Si bien las variables exógenas son las que más peso tienen en el negocio, principalmente la relación compra-venta y el precio de los insumos (maíz), es importante saber qué se puede hacer con las variables que dependen de la propia performance “tranqueras adentro”. Para eso hay que considerar tres claves de gestión para ser más eficiente en este negocio tan importante.
El ADPV (aumento diario de peso vivo) puede ser potenciado si se trabaja con hacienda de buena genética y con un plan sanitario acorde. Para este punto es fundamental contar con un buen equipo de trabajo veterinario.
1. Eficiencia de conversión (EC)
La EC es un indicador clave que está determinado por cuán eficientes somos al suministrar el alimento a los animales y la preparación adecuada de los ingredientes de la dieta. Aquí es importante saber cuánto alimento consumió y cuántos kilos produjo el animal.
Saber cuál es la cantidad consumida por los kilogramos de producción es una de las principales variables que determina el engorde. Es muy importante, entonces, tener una buena relación con el veterinario y un buen plan sanitario ya que una vaca sana, engorda. Para esto es importante contar con una herramienta como una planilla de hacienda al día.
2. Gastos operativos
Estos gastos se determinan en base a la estructura y tamaño del corral (maquinaria, operarios, instalaciones, etc.). En un contexto en el que los precios para los productores que engordan están volando y en el que el margen se está achicando, hay que prestar especial atención a este punto.
Es fundamental tener claros todos los gastos de la explotación de principio a fin.
3. Ganancia diaria de peso
Se trata del punto de equilibrio que no se debe perder de vista para estar siempre “del otro lado”. Se estima que si se producen menos de 700 gramos por día la conversión no es buena. Según los cálculos más aceptados, a partir de los 800 gramos diarios se empiezan a ver los resultados positivos.
Un caso de ejemplo
En el caso de un productor cuya empresa agropecuaria se encuentra en la zona núcleo de la provincia de Buenos Aires, a unos 250 km del puerto, y que produce sus propios alimentos (solo compra afuera el núcleo proteico), analiza la posibilidad de recriar y engordar a corral sus propios terneros.
El análisis de las principales variables de recría y engorde ya dan algunas aproximaciones. La Tasa Interna de Retorno (TIR), por ejemplo, de todo el ciclo es 24.3% anual, lo cual no es demasiado atractivo con las tasas de mercado. Obviamente, este número resulta de tomar la relación Compra/Venta (C-V) con valores actuales y no contempla ningún escenario futuro a favor de la hacienda gorda.
El análisis histórico también permite observar que el maíz está considerablemente más caro que el novillo. Y que ahora se necesitan más kilos de gordo para reponer alimento. La relación C-V está cercana a 1.2, lo cual indica una mejora al escenario visto en el 2020, recuperando valores de promedio histórico.
En la composición de costos, como análisis final, la compra de la hacienda y el costo de los alimentos son los que definen el negocio. Con este panorama, lo que queda en evidencia es que hay que ser muy eficientes tranqueras adentro para agregar valor y mantenerse en pie. La gestión económica financiera es una buena herramienta para lograrlo.