El 8 de agosto de 1921, un grupo de destacados comerciantes de productos agropecuarios resolvió aunar sus esfuerzos para crear una asociación civil con el objetivo de concentrar la defensa de los intereses comunes, y ejercer la representación del sector ante el poder público, así fue como nació hace 100 años la Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado.
Esta entidad primero se denominó Centro de Martilleros de Hacienda y Bienes Raíces, luego devenida en Cámara Argentina de Martilleros y Consignatarios y, finalmente, en la actual Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado.
La institución, hoy cuenta con unas 300 empresas asociadas que desarrollan su actividad comercial en todo el país, al servicio de la producción pecuaria en remates feria y mercados físicos, por TV e Internet, y operaciones particulares, es conducida por un Consejo Directivo que preside Juan Santillán de la firma Lanusse-Santillán y Cia. S.A.

“Mucho orgullo para todos los asociados”
“Es una institución que produce mucho orgullo para todos los asociados, porque si bien en el día a día somos competencia, la Cámara nos nuclea para juntarnos y compartir vivencias, objetivos y mucha información, ofreciendo un servicio, que es lo más importante que tenemos”, expresó Santillán, presidente de la Cámara de Consignatarios de Ganado, en diálogo con El ABC Rural.
“En el marco de la pandemia por Covid-19 fuimos esenciales, por lo que pudimos trabajar en medio de la cuarentena, siempre adaptándonos a los nuevos desafíos que implicó este problema sanitario”, apuntó.
En definitiva, el entrevistado, consideró que “hay que adaptarse a los cambios que llegaron para quedarse, y no hay que tenerles miedo”.

Impacto y proceso de adaptación a la pandemia
-¿Cómo fue el impacto y proceso de adaptación a la pandemia?
-Aceleró la televisación de los remates por streaming, siendo un boom muy importante, una modalidad que se impuso en el rubro y que llegó para quedarse, en forma combinada ahora con la presencialidad.
-¿La virtualidad acortó distancias y tiempo?
-Seguro, porque permitió -sobre todo en remates de reproductores e invernada- evitar los traslados de compradores de muchos kilómetros, ya que hoy con la información que hay disponible y conocimiento de la genética uno puede comprar desde la casa. Además también evita la suspensión de remates por problemas de lluvia, porque la hacienda está toda filmada. Esto no quita que la presencialidad siempre tenga otro “saborcito” y “folclore”, y se disfrute más.


-¿Se festejó en el sector la vuelta a la presencialidad?
-Sí, porque la tradición del remate físico sigue vigente y se espera mucho, siendo algo muy importante que está en la esencia de todos los que somos parte del rubro, al igual que de los productores agropecuarios.