Herbicidas preemergentes: residuales en tiempos de sequía

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La sequía y las heladas afectan a gran parte del territorio nacional. Por eso, en tiempos de déficit hídrico debemos tener en cuenta una serie de cuestiones a la hora de decidir una aplicación de herbicidas.

Bajo ese contexto, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) realizó una publicación donde explica qué pasa con los residuales y la sequía.

Aplicar o no aplicar

Los herbicidas preemergentes son una de las herramientas más valiosas para afrontar las malezas. Algunos de los beneficios del uso de estos activos son: reducir el banco de semilla de malezas, dar competitividad y ventaja temprana a los cultivos sobre las malezas, otorgar flexibilidad a los postemergentes ampliando la ventana de aplicación y, por último, posibilitar la rotación de principios activos, con la inclusión de distintos mecanismos de acción.

Como toda buena herramienta, hay que saber usarla. Existen errores comunes en el uso de los preemergentes que los exponen a condiciones no propicias para asegurar su efectividad y más aún, los exponen a condiciones adversas que pueden pesar en la utilidad de los mismos en un futuro no tan lejano.

Uno de los requerimientos más importantes que estos productos tienen para ser efectivos es la ocurrencia de una precipitacion en cantidad suficiente y cercana al momento de su aplicación.

¿Aplicamos o no aplicamos los residuales? 

Quien se explayó sobre este tema fue el Dr. Fernando Oreja, malezólogo de FAUBA, que explicó que las lluvias son fundamentales para la efectividad de los herbicidas residuales, ya que, por un lado, lo incorporan en los primeros 5 a 7 centimetros, profundidad en la que se encuentran la mayoría de las semillas de malezas.

Por otro lado, las lluvias son clave para que el herbicida pueda ser absorbido por las plantas, ya que actúan separando el producto de la fracción sólida del suelo y lo dejan disponible en la solución del mismo.

La cantidad de agua necesaria para que los residuales se incorporen y pasen a la solución del suelo puede variar, pero en términos generales ronda de los 15 mm a 25 mm. Este aspecto va a depender de la textura del suelo, el contenido de materia orgánica, el volumen de rastrojo y el tipo de herbicida en cuestión. Por ejemplo, hay ensayos que indican que lluvias de 25 mm alcanzan para asegurar el buen funcionamiento de  metolaclor y acetoclor,

En cuanto al momento de ocurrencia de las lluvias luego de la aplicación debe llover dentro de los 7 a 10 días posteriores. Si eso no sucede puede haber pérdidas de distintos tipos y magnitudes, dependiendo fundamentalmente de cómo se degrada el herbicida una vez que llega al suelo.

Hay herbicidas cuya pérdida principal es la degradación microbiana. En condiciones de sequía, la actividad de los microorganismos es menor y, por tanto, activos como los PPOs residuales (como sulfentrazone o flumioxazin) o los ALS, pueden estar más tiempo en la superficie. Esto puede ser beneficioso ya que amplía la ventana de acción del residual, que permanece activo por más tiempo en suelo a la espera de lluvias.  Pero al mismo tiempo aumenta el riesgo de fitotoxicidad en cultivos sucesores susceptibles, también llamados “carryover”.

Para complicar el escenario, una lluvia demasiado leve en un contexto de sequía puede ser contraproducente: si se aplicara y no llueve, es preferible que el suelo esté completamente seco a que esté algo húmedo. Así, una lluvia de 3 a 4 mm no incorpora ni solubiliza el herbicida, pero alcanza para activar su degradación microbiana (y su consiguiente pérdida de control) y la germinación de semillas de malezas: combo negativo completo.

Otros residuales pueden sufrir fotodegradación o volatilización. Cuanto mayor es el riesgo de volatilización de un activo (medido según su la presión de vapor: valores > a 1mPa indican más riesgo de volatilización) más rápido necesitan ser incorporados al suelo con una lluvia efectiva. Por eso el tiempo transcurrido desde la aplicación a la primera lluvia de más de 15 mm resulta crucial. La temperatura y humedad ambiente pueden influir en este proceso: a mayor temperatura y menor humedad, la volatilización es mayor.

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