En su último informe, la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), sostuvo que el ingreso de bovinos creció 6% en julio y pasó de 66% el mes pasado a 71%. Este incremento, se debe principalmente a la falta de lluvias y un invierno muy crudo en la mayor parte del territorio. Ocurre que estas dos variables, condicionan el desarrollo de pastizales y pasturas, con lo cual la mejor inversión de los productores es apostar por el encierre en feedlots.
En ese sentido, el presidente de la CAF, Fernando Storni, expresó que en 2018 “hubo un nivel de ocupación similar al actual y la situación climática era la misma”. “Sin embargo nos encontramos con empresas chicas que siguen con una ocupación baja, mientras que en las de mayor escala esta variable aumentó”, señaló.
Ocupación acentuada
En el encierre total, relevado en los feedlots que pertenecen a la CAF, un 55% de la hacienda pertenece al consumo interno (que creció un 1% en relación al mes previo), en tanto que el 45% restante corresponde a la industria exportadora.

“Mejoró un poco el tema costos en la relación compra-venta aunque no es la situación que tuvimos en los últimos dos años, cuando el precio de la invernada superaba el precio del gordo”, explicó.
Al respecto, aseguró que en la última semana, hubo una disminución en el precio del gordo respecto a los valores de abril. “Esto enciendo alarmas porque genera una disminución importante”, dijo.
¿Influencia de los cereales?
En este período, las oscilaciones en el precio del maíz -insumo estratégico de la actividad- dio algún respiro en el margen bruto de los establecimientos. Este número es la rentabilidad antes de intereses e impuestos.
De acuerdo con Storni, este indicador pasó de $7.363 por cabeza engordada en junio a $9.978. “El maíz registra cotizaciones a la baja y en este momento se ubica sobre los $30.000 por tonelada en Rosario. La ecuación no es mala, como la veíamos antes”, remarcó el entrevistado.
Una economía que preocupa
Para el referente feedlotero, como ocurre en todos los sectores, la crisis influye negativamente en su actividad. “La influencia en las expectativas del productores es lo que preocupa siempre”, destacó.
En ese sentido, dijo que un negocio a largo plazo como la ganadería “necesita previsibilidad” y esta situación económica compleja “claramente no colabora”.

“Cuando hay ruidos como estos se estancan las inversiones y se frena la actividad por el impacto negativo que genera”, explicó el empresario ganadero. Con estos niveles de inflación, falta de referencia de valores, entre otros signos duros, hace que no haya un horizonte en común para todos.
“Tenemos que comenzar a tomar decisiones en función de la situación propia de cada empresa. No podemos analizar el contexto de la actividad en su conjunto, porque no estamos todos en la misma posición”, concluyó Storni.