Lo que sabemos del Yuyo Colorado

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Fernando Oreja (FAUBA) expuso durante el Congreso Argentino de Malezas con el siguiente titulo: “Entendiendo la biología y ecología de Amaranthus palmeri para elaborar estrategias de manejo exitosas”.

El objetivo del especialista durante la tarde de Conferencias Plenarias en el IV Congreso Argentino de Malezas – ASACIM, organizado por la Consultora SEMA, fue brindar “conceptos que se aplican a cualquier especie de maleza problemática, cómo diseñar las estrategias de manejo conociendo la ecología y biología de las especies”.  

La Amaranthus palmeri es nativa del Desierto de Sonora y “no sólo demostró adaptabilidad al ambiente desértico, sino que cuando se movió hacia el este, principalmente llevada por el hombre, se fue metiendo en sitios agrícolas y también demostró ser una muy buena competidora”. Esta característica es por su alta tasa de crecimiento de 3-4 cm por día, por ser una excelente captadora de radiación, de su uso, y excelente captadora de agua y nutrientes. Es una planta dioica y tiene alta variabilidad genética por su polinización cruzada, lo cual hace que aparezcan individuos altamente resistentes a herbicidas. Sin competencia logra producir hasta 600.000 semillas. 

De acuerdo a lo expuesto por Oreja, en Argentina el porcentaje de lotes afectados por el yuyo colorado fue creciendo desde 2019 notablemente. ¿Como se llegó hasta acá con lotes hoy incosechables por la cantidad de plantas? “Por la simplificación de sistemas productivos, pocos cultivos en rotación o monocultivo que generan que no roten modos de acción de herbicidas tampoco; el modo de arrendamiento de los lotes, que generalmente de corto plazo y afecta el diseño de estrategias de manejo. Sumado a las cosechadoras externas que llegan desde otros lotes, sin limpiar y es una buena forma de dispersar semillas. Y, por último -sobre todo- la situación actual se debe a la preponderancia del control de malezas (uso casi único de herbicidas de manera reactiva) sobre el manejo integrado de malezas, que se debe a que los objetivos de los productores son a corto plazo y la necesidad de los programas es de mediano y largo plazo. Hay que encontrar la integralidad”.  

Por estos motivos, remarcó que “conocer la biología y ecología sirve para elaborar un programa de manejo de malezas efectivo. La dinámica poblacional es un factor a tener en cuenta para un buen manejo integrado, las temperaturas alternadas promueven la germinación, mientras que las semillas viejas necesitan del estímulo de luz roja para germinar. El uso de cultivos de cobertura o el rastrojo pueden ser factores que ayuden en el manejo de yuyo colorado. También señaló que si bien los animales ayudan a dispersar las semillas que quedan en la superficie o a un centímetro, “la limpieza de cosechadoras es fundamental para reducir la dispersión de las especies”.  

Por último, recomendó: El suelo tiene que estar cubierto al inicio de la emergencia de la maleza por buen rastrojo; además sumar el uso de cultivos de servicio con siembras tempranas, con estructuras de cultivos que cubran rápido el suelo; rotaciones con cultivos de invierno o pasturas; usar preemergentes para control es fundamental en la resistencia a herbicidas y el uso de postemergentes (sobre todo en años secos donde los preemergentes suelen fallar) acompañado por el uso de cultivos tolerantes que permiten la aplicación de herbicidas como glufosinato de amonio, dicamba, etc; monitoreos frecuentes posaplicación y repasar escapes, limpiar la maquinaria previo ingreso al lote y el uso de los destructores de semillas”.